Han pasado cuatro años desde que JJ Abrams, Roberto Orci y Alex Kurtzman visitaron el universo Star Trek para realizar una suerte de precuela, secuela, reboot y renovación de la franquicia.
Para los no iniciados, en la cinta de 2009 la historia ocurre a partir de la existencia de un fenómeno espacial que amenazaba con destruir Romulus, uno de los planetas más famosos de la saga. Las acciones de Nero, un romulano y de Spock, el célebre vulcano de la serie original, los llevan a viajar por el tiempo varias décadas atrás, lo que desencadena una serie de eventos generadores de una realidad alterna que sirve como carta blanca para los nuevos responsables de la franquicia. Este contexto, además, no tira por la ventana el canon de la trama creada por Gene Rodenberry.
En la nueva cinta, En la oscuridad Star Trek (Star Trek Into Darkness), regresamos a la historia en la que James T. Kirk (Chris Pine), Montgomery Scott (Simon Pegg), Nyota Uhura (Zoe Saldana), Spock (Zachary Quinto), Leonard "Bones" McCoy (Keith Urban), Hikaru Sulu (John Cho) y Pavel Chekov (Anton Yelchin), continúan con sus aventuras a bordo de la astronave Enterprise.
Uno de los aspectos que la cinta expone es la relación entre los tripulantes, que sigue evolucionando. Es decir, no hay un salto inexplicable en la historia, sino que sigue el curso natural de la trama propuesta en la primera película. Un ataque terrorista, puesto en marcha por John Harrison (Benedict Cumberbatch) un misterioso miembro de la Starfleet que busca venganza, es el detonante para que James T. Kirk busque llevar a Harrison ante las autoridades.
La producción de la cinta, al estilo de otros trabajos en los que ha intervenido el director JJ Abrams, estuvo rodeada de todo tipo de protocolos de seguridad, ya que la identidad real del villano, John Harrison, es uno de los secretos a descubrir en Star Trek Into Darkness.
La película nos muestra la evolución del universo propuesto por los guionistas, entre los que se encuentra Damon Lindelof, uno de los creadores de la exitosa serie Lost, junto con Abrams. Los efectos de la destrucción del planeta Vulcan siguen su curso, así como la integración de la tripulación de la Enterprise.
Uno de los logros de las escenas de acción de Star Trek Into Darkness es que gracias a ellas podemos dar, por fin, una correcta apreciación al tamaño de las naves que aparecen. Y, verán, son realmente masivas. Hay escenas (que aparecen desde los tráilers) en las que las vemos comparadas con el tamaño de, por ejemplo, San Francisco. Y es que, a pesar de que estamos acostumbrados a ver un par de decenas de personas en el puente de la nave, las secuencias nos recuerdan que en cada una de estas embarcaciones espaciales hay cientos de personas.
Comparándola con la primera cinta, la secuela nos ofrece más secuencias trepidantes. El ritmo ha sido acelerado y hay momentos en los que no se pueden separar los ojos de la pantalla, ya que suceden muchas cosas al mismo tiempo que demandan nuestra atención.
Una de las quejas en la primera cinta era que el villano no era lo suficientemente amenazante, situación que se ha corregido con bastante éxito en el caso de STID. Benedict Cumberbatch ofrece una actuación memorable, que los fans del género y la saga apreciarán. Cumberbatch se está convirtiendo rápidamente en un gran favorito de los aficionados a la fantasía y ciencia ficción, con sus colaboraciones en las cintas de El Hobbit, su encarnación de Sherlock Holmes en la serie de la BBC y ahora como John Harrison.
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